La música entra y nos llena. Entra como un desesperado murmullo en nosotros, pobres ingenuos que nos creemos que solo es una voz que canta o unas notas que suenan, y no, detrás de todo eso hay más. Detrás de la música se esconden los sentimientos, sí, eso que hace llorar o reír. Hay música de toda clase de sentimientos, tristeza, alegría, euforia, enfado. Y nosotros estamos formados, trocito a trocito de diferentes sentimientos, ya sean buenos o malos. Al final acabamos siendo música, o más bien necesitamos la música para ser, porque sin música no se puede vivir.
