Hay palabras que están vacía de ganas y silencios que dicen lo que con habladurías no sabríamos enseñar. A veces es mejor cerrar la boca y parecer tonto que abrirla y demostrarlo o no hablar y dejar que la música hable por nosotros. Hay días que no hablas y estás diciendo más que los días que no cierras la boca. ¿De qué sirven las palabras si carecen de sentido? ¿Y por qué ignoramos los silencios si a veces son los que más nos entienden? No sé, quizás tampoco tenga palabras para responder o quizás nos guste decir tonterías y equivocarnos, saltarnos los silencios y no tener que dar explicaciones. Pero si hay algo que nunca carecerá de sentido y siempre irá directo al corazón es el sonido de una risa franca, verdadera y cómplice.