Adentrándome en la Alcaicería dónde las alfombras, camisetas, bolsos y vestidos sobresalen de las tiendas, desbordando las fachadas. Al igual que en la calle Calderería, sólo que en ésta se respira un fuerte olor a tetería e incienso. Y si todas estás calles que acabo de nombrar (y las que no he nombrado) están tan abarrotadas, en parte se debe a esos bares granaínos de los que nadie (nadie de nadie) sale con hambre, por que otra cosa puede faltar pero buenas y grandes tapas no.
Y dejando atrás todas las calles, barrios e incluso pequeños pueblos, entre ellos, La Zubia, Monachil, Alfacar, Fuente Vaqueros, alrededor de Granada, subimos hasta llegar a la fortaleza dónde hace más de 500 años el rey nazarí de Granada, Boabdil, reinó hasta ser expulsado en 1492 e irse a llorar al Suspiro del Moro. La Alhambra en sí es una pequeña ciudad andalusí de la que seguramente muchos vivan enamorados, ya que compuesta por la alcazaba y sus torres, los palacios nazaríes, el mexuar, el patio de los Arrayanes, la torre de Comares, el patio y la fuente de los leones, varias salas, el Partal, el Palacio de Carlos V y el gran Generalife con sus bellísimos jardines, hacen que sea inevitable dejarse llevar por la belleza de esta pequeña ciudad.
Y ya no es sólo la belleza de todos esos monumentos, si no también la de su música y poesía. Ya que Granada ha sido inspiración de muchos poetas, escritores y músicos. Entre otros, Federico García Lorca, que cada verano deja caer sus poemas en el escenario de los jardines del Generalife bajo la luna y sus obras en el Corral del Carbón y Washington Irving en su libro 'Cuentos de la Alhambra.'. Manuel de Falla, que dejó reflejado al Generalife en el primer movimiento de 'Noches en los jardines de España.' y Francisco Tárrega que se inspiró en esta fortaleza en su obra 'Recuerdos de la Alhambra.'
Pero si hay un lugar dónde la brisa del atardecer y la belleza de esta ciudad se puede apreciar ese lugar es el Mirador de San Nicolás. Ya lo decía esa frase tan famosa 'Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada.'
(Granada, bella y esquiva. Dónde todo es posible menos acabar de conocerla.)