jueves, 30 de julio de 2015

Balas.

Quiero enseñar mis fotografías a unos ojos soñadores,
mi música a unos oídos finos y cuidadores de los pequeños detalles,
mi olor personal con un toque de colonia a un olfato que reconozca mi ausencia y presencia,
mi espalda a unas manos grandes y suaves, capaces de acariciar tormentas y días en calma
y mi boca a otro paraíso o infierno donde perderse un rato.

Querer no es lo mismo que desear; lo segundo es dejarse llevar, lo primero es tener los pies en la tierra y aun así no poder resistirse a alzar el vuelo.

No sé, aprendo y sé.

No sé querer si no me siento libre.
No sé brindar por cada vez que lo consigo
(lo de ser libre digo, nada de logros)
No sé soñar con los ojos cerrados
ni sentir la música con los ojos abiertos.
No sé disculparme pero me esfuerzo en hacer que el de al lado note que mi corazón late despacio con su ausencia.
No sé llorar si no he reído antes
ni reír si no me hacen cosquillas en el corazón.
No sé dar explicaciones
pero sé ser sincera.
No sé disimular mi tristeza, agobio o alegría
pero sí los llantos y las sonrisas.
No sé escribir, pero sé coger un bolígrafo, mirar el cielo y volar.
No sé verte de cerca sin temblar
ni hablar de ti sin que me brillen los ojos (o eso dicen)

Estoy aprendiendo a olvidar cosas que nunca han pasado
y sé que no lo voy a conseguir.

(maldita o bendita imaginación)

miércoles, 29 de julio de 2015

Mar.

Todo me recuerda a ti y yo huyo.

Las olas no cesan ni en su más mínimo rumor.
Van y vienen, se chocan contra la orilla y arrastran todo hacia su interior.
No me gustan. O quizás a veces sí.
Sólo para saltar por encima de ellas cuando son grandes
y para hacer el muerto cuando están en calma.

Quizás yo sea una ola
que va con toda su fuerza hacia una espalda preciosa y sin querer se rompe en la orilla (o mejor dicho, no es capaz de girar esa espalda) y huye, huyo hacia dentro de nuevo para armarme de valor y sueños que fracasaran de nuevo en otra orilla y otra espalda.

Todo me recuerda al silencio, pero intento llenarlo de música, de mar.
(la paradoja de un náufrago en calma)

viernes, 24 de julio de 2015

Mis noches acarician los problemas mientras mi alma baila a destiempo.

Puede que nunca haya sabido llevar el compás de los días,
que la música haya sido mi mejor compañía y no la haya aprovechado bien.
Puede que actúe de menos e imagine de más.
Es cierto que acumulo recuerdos y más de la mitad son ficticios.
Pero,
¿cómo luchar contra el deseo de madrugada?
No hay manera
o
puede que un día (mejor dicho, noche) encuentre el arma que mate la confusión entre necesidad y deseo,
así podré diferenciar entre lo que (te) quiero y lo que podría llegar(te) a querer

Tan real lo escrito a lápiz que al levantar la cabeza tenga toda esa poesía ante tus ojos.

martes, 21 de julio de 2015

Tiempo perdido (o por ganar)

El tiempo me sabe a poco si no lo comparto con alguien de verdad,
si es rutina y el insomnio es mi única compañía,
si solo lo pierdo y nadie intenta recuperarlo conmigo.

El tiempo nos hace esclavos.
Esclavos del reloj, de una ausencia, de vivir esperando algo que cambie nuestras vidas.

El tiempo me sabe a poco si nadie me salva de este naufragio y me enseña a nadar.
Que sí, que se hacerlo yo sola
pero que el corazón a veces solo navega si alguien lo acelera.

El tiempo, el día, la noche, el amanecer y el atardecer me saben a poco si no te conozco para poder llenarlos de sabor contigo.

Luna llena.

Somos desconocidos que ven la misma luna todas las noches, desde una ventana distinta.
Somos restos de sueños que aún no nos han arrebatado.
Somos el reflejo de muchas personas, momentos, caídas y letras.
Somos el caos y la revolución que el mundo espera.
Somos la peor letra del mejor cantautor y su mejor acompañamiento.
Somos verso, música, mierda y movidas.
Somos odiados y queridos y la mayoría de veces, todos, pasamos desapercibidos.
Somos la prisa de vivir, de ser, de besar, de bailar, de encontrar la primera vez de todo.
Somos separados,
y pudiendo ser juntos, seguimos mirando la luna desde sitios distintos.