Todo me recuerda a ti y yo huyo.
Las olas no cesan ni en su más mínimo rumor.
Van y vienen, se chocan contra la orilla y arrastran todo hacia su interior.
No me gustan. O quizás a veces sí.
Sólo para saltar por encima de ellas cuando son grandes
y para hacer el muerto cuando están en calma.
Quizás yo sea una ola
que va con toda su fuerza hacia una espalda preciosa y sin querer se rompe en la orilla (o mejor dicho, no es capaz de girar esa espalda) y huye, huyo hacia dentro de nuevo para armarme de valor y sueños que fracasaran de nuevo en otra orilla y otra espalda.
Todo me recuerda al silencio, pero intento llenarlo de música, de mar.
(la paradoja de un náufrago en calma)
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